La adhesión argentina a la iniciativa de la Franja y la Ruta intentará blindar la relación comercial y de inversiones con China. Los recortes en las estimaciones productivas se repiten para Brasil, Uruguay y Paraguay y los efectos de la pandemia sobre el comercio internacional de las cadenas agroindustriales derivaron en varios frentes de tormenta simultáneos. Por eso el estrechamiento de las relaciones con el principal socio comercial de la región fue tomado como una bocanada de alivio, aunque sea transitorio.
Las manufacturas de origen agropecuario y los productos primarios representan el 70 por ciento de las exportaciones argentinas. Durante el 2021, el aumento de los fletes internacionales y los cimbronazos por los cierres focalizados en China, la estrategia contra el virus que paralizó sus puertos en varios tramos, elevó los costos y sumó complicaciones logísticas como la faltante de containers y barcos. La bajante del Paraná implicó una disminución en las cargas de salida de los puertos del Up River rosarino y las pérdidas fueron millonarias. Los barcos tienen que desviarse para completar la carga en Bahía Blanca.
Ante un escenario de recuperación de la actividad económica, la necesidad de importaciones es creciente. La falta de dólares puede demorar los intercambios y debilitar las condiciones de las pymes para exportar. Por esa razón el salto de más de 10 dólares en un solo día del precio internacional de la soja, que encadenó una suba del 22 por ciento en el año y alcanzó los niveles más altos desde junio del 2021, fueron recibidos con una euforia a media voz. El aumento de los contratos a futuro de la soja y el maíz permite pensar en mejores condiciones básicas para la estabilidad macroeconómica.
El superávit comercial es la vía principal para la acumulación de divisas. En 2021 las reservas netas del Banco Central cayeron un 29 por ciento y los principales pasivos aumentaron en un 58 por ciento. El incremento del pasivo a través de la emisión y los instrumentos como Leliqs y pases dejan a la autoridad monetaria en una situación demasiado expuesta. La esperanza de la soja a 600 dólares le da energía a la tesis triunfalista que proyecta un 2022 con la inflación retrocediendo al 2 por ciento mensual y un crecimiento por encima del 5 por ciento. Con precios que compensan la caída del volumen y stocks al límite (solo en soja está por encima del promedio de los últimos 5 años), las ventas del agro son la clave de cualquiera de las formas imaginables para cumplir lo pactado.
La capacidad ofensiva de las empresas argentinas
Uno de los ejes fundamentales sobre los que se planteó profundizar la relación comercial con China es a través del comercio electrónico, que en el gigante asiático tiene un rol sustantivo. Estas nuevas infraestructuras comerciales tienen efectos directos sobre la producción agropecuaria, como por ejemplo en las posibilidades para la exportación de carnes, un rubro donde los intermediarios que surgieron tras la facilitación burocrática para el armado de sociedades anónimas y el auge de las compras chinas cambiaron el escenario de las ventas de carne de vaca en los últimos cinco años.
El swap con el Banco Popular de China es una de las columnas de las reservas brutas del Banco Central. La convalidación china del acuerdo con el FMI se sostiene de manera directa en las relaciones comerciales y de intercambio tecnológico que establecen las empresas argentinas y chinas en rubros con incidencia fundamental en el agro como la industria satelital, con un amplio entramado de pymes proveedoras de insumos, servicios o productos de alta calidad. En los sectores de mayor potencialidad para las exportaciones, la relación con China es determinante para la infraestructura y la logística: desde el litio a la genética vegetal, desde el mar argentino y los puertos atlánticos a los minerales de la cordillera y Vaca Muerta, desde las telecomunicaciones a la electromovilidad.
El complejo oleaginoso de harinas y pellets, aceites y porotos de soja, y biodiesel ocupa un tercio de las exportaciones. El cerealero viene detrás. La incidencia en torno a los 3 mil millones de dólares de las subaprovechadas cadenas ganaderas es similar a la del poroto de soja. Los camarones y langostinos y los medicamentos, que integran las redes de las bioeconomías, suman otros 3 mil millones de dólares. La caída de las exportaciones desde 2011 se debió al cambio de tendencia de los commodities, la crisis de Brasil, el principal socio comercial, y la fragilidad cambiaria acentuada con las corridas, las restricciones y la retroalimentación negativa del sector externo que desperdició oportunidades como una delantera sin gol.

Un mediocampo fuerte y dinámico
El plantel exportador de la Argentina es corto: tiene la menor cantidad de empresas exportadoras de los últimos 25 años, pero se logró detener la caída. La inserción internacional del país es baja en comparación a los países desarrollados, aunque la cantidad de empresas que exportan sobre el total es superior a la mayoría de las economías de la región. El mediocampo de pymes es el que tiene una gran capacidad de generación de empleo privado y brinda una mayor circulación económica regional. Los costos fijos y las barreras de entrada disminuyen la rotación de empresas y solo perduran las de productividad superior. El tamaño y la escala es determinante a la hora de definir tanto el volumen como el alcance de las exportaciones.
La capacidad exportadora de las empresas argentinas se vio fuertemente debilitada en la última década. El 70 por ciento de las exportaciones obedece a la actividad de las 200 empresas más grandes. Solo 50 comprenden la mitad de las exportaciones totales. Campaña tras campaña, el mercado cambiario se convierte en el campo de juego donde se dirimen las posibilidades reales de la política. Si parecería no haber democracia sin retenciones, tampoco parece haber gobierno sin una previsible liquidación de divisas. Al impedir el desarrollo de actividades productivas con potencial exportador, la Argentina se encierra en su propio colapso financiero y se condena a seguir la tendencia a la devaluación permanente con inflación, desempleo y pobreza.

Un perfil productivo como un dibujo táctico
La recuperación del volumen que perdieron las empresas que exportan y el ingreso de nuevas empresas exportadoras que amplíen y diversifiquen la plataforma de oferta nacional depende del crecimiento de la producción y de las políticas de financiamiento, la asistencia técnica y la simplificación burocrática, para poder expandirse y ocupar lugares protagónicos en mercados altamente exigentes. La integración productiva desde adentro hacia afuera tiene en el agro una fuente de dinamismo que apunta a ser el primer eslabón de una cadena industrial de la biomasa. Y se manifiesta en empresas con un alto grado de integración en los tejidos socioproductivos de todo el país, con una marcada vocación por la aplicación de tecnologías de mejoramiento.
El sector de la “economía del conocimiento” escaló hasta las principales posiciones en el plantel exportador de la Argentina y las cadenas de la bioeconomía tienen un rol destacado. La demanda de productos de base biológica y sus servicios asociados es creciente. Las ventanas de oportunidad ligadas al cambio de paradigma les dan ventaja a países con dotaciones de recursos naturales, bases productivas en actividades biológicas y biotecnología aplicada. Estas actividades cuentan con demandas en aumento y asientan su competitividad en capacidades dinámicas que permiten ingresar de forma temprana al mercado internacional y generar externalidades positivas sobre otros sectores con criterios de sustentabilidad ambiental y social. Es algo más que el estilo de juego, es también la voluntad de ganar.

Fuente: Suma Política