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Panamá ha sido históricamente un nodo estratégico para el comercio mundial. Su ubicación geográfica privilegiada, el Canal interoceánico y una red consolidada de servicios logísticos le han otorgado el título de “hub de las Américas”. Sin embargo, la competitividad del país enfrenta un obstáculo creciente: el atraso en inversiones y planificación portuaria.
Según un informe del medio TVN, Panamá acumula cerca de 15 años de rezago en infraestructura clave, especialmente en el sector público. Este desfase no sólo pone en riesgo su posición regional, sino que limita el potencial de crecimiento económico y la atracción de inversiones.
Un sistema portuario con dos velocidades
La dinámica portuaria panameña presenta una paradoja. Mientras los puertos privados, como los de la costa atlántica, han mantenido niveles altos de eficiencia y modernización gracias a la inversión extranjera y la gestión empresarial, los puertos estatales muestran un claro estancamiento.
En particular, el puerto de Balboa ha sido señalado por su falta de mantenimiento, infraestructura obsoleta y demoras operativas. Esta dualidad crea una brecha que repercute directamente en la competitividad del país y la percepción internacional sobre su entorno logístico.
¿Qué está en juego?
El atraso en la modernización portuaria tiene implicancias más allá del movimiento de contenedores. Afecta directamente la eficiencia del comercio exterior, el costo del transporte, la previsibilidad operativa y la confianza de los inversores internacionales. Según datos del Banco Mundial, cada día de demora en un proceso logístico puede aumentar hasta un 1% los costos totales de la operación. En una economía abierta y orientada a servicios como la panameña, esto representa un riesgo estructural.
Además, la falta de infraestructura adecuada limita la integración con otras plataformas logísticas del país, como zonas francas, centros de distribución regional y terminales terrestres. En otras palabras, el puerto deja de ser un eslabón sólido y se convierte en un cuello de botella.
Un nuevo mapa, una nueva oportunidad
En paralelo al diagnóstico crítico, el gobierno panameño ha dado señales de intención de retomar la agenda logística con una mirada de largo plazo. La reciente presentación del primer Mapa Logístico Nacional, sumada a los anuncios de expansión de la Zona Libre de Colón, marcan una hoja de ruta.
Sin embargo, los expertos advierten que estos planes deben ir acompañados de inversiones reales, decisiones técnicas y consensos multisectoriales. El desafío no es solo de infraestructura, sino de gobernanza.
Recomendaciones clave
Para que Panamá recupere terreno y afiance su liderazgo regional, algunas acciones resultan urgentes:
- Actualizar la infraestructura portuaria pública con un plan técnico, sostenible y con financiamiento claro.
- Fomentar alianzas público-privadas que permitan acelerar la inversión sin depender exclusivamente del presupuesto estatal.
- Revisar los marcos regulatorios y aduaneros, para eliminar cuellos de botella y hacer más fluida la operativa.
- Fortalecer la articulación con la región, integrando los puertos a los corredores logísticos terrestres y zonas francas.
Más allá del Canal
Panamá no puede depender únicamente de su activo más icónico: el Canal. Aunque su valor estratégico es innegable, el ecosistema logístico requiere una visión más integral, que contemple desde los muelles hasta los parques logísticos y las rutas terrestres. En un contexto regional competitivo con países como Colombia, México o República Dominicana impulsando sus propias plataformas el tiempo juega en contra.
La logística es una industria que avanza con planificación, inversión y visión. Quince años de retraso no se corrigen con un solo decreto, pero sí con una agenda ambiciosa, técnica y consensuada. Panamá tiene el potencial, pero necesita ejecutar con urgencia.
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IB
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